Yevgeny Khaldei |
Quien me iba a decir que
el destino era esto.
Ver
la lluvia a través de letras invertidas,
un
paredón con manchas que parecen prohombres,
el
techo de los ómnibus brillantes como peces
y
esa melancolia que impregna las bocinas.
Aqui
no hay cielo,
aqui
no hay horizonte.
Hay
una mesa grande para todos los brazos
y
una silla que gira cuando quiero escaparme.
Otro
dia se acaba y el destino era esto.
Es
raro que uno tenga tiempo de verse triste:
siempre
suena una orden, un teléfono, un timbre,
y,
claro, esta prohibido llorar sobre los libros
porque
no queda bien que la tinta se corra.
M.
Benedetti
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